jueves, 1 de septiembre de 2016

¡Hipocrita Democracia!

Veamos un poco la historia ya que para algunos sufrimos de conocimiento de la misma o simplemente de amnesia. En Guatemala quedo claro que hubo conflicto bélico nacido de la insurrección socialista. En enero  de 1985, demagogos, empresarios, banqueros, ciudadanos, militares y corruptos políticos tuvieron la esperanza de  abrigarse a unas elecciones libres y con un gobierno democrático para así solución los problemas nacionales que en ese tiempo no eran tan graves como los que vivimos ahora. Por cierto ahora con invasión y presencia de las comunidades internacionales que realmente estimó que se estaba a la puerta de la tan esperada oportunidad histórica en la cual Guatemala accedía por primera vez a la democracia. La ocasión se perdió en el desagüe, ya que todo terminó en el comienzo de una longeva y epidémica corrupción gubernamental, que solo permitió que cualquiera, desde un matón hasta ahora un payaso llegara a gobernarnos.  
El aún presidente ruso Vladimir Putin llamó a la reflexión al decir  que “la democracia no puede ser exportada a otros lugares, (sino) debe ser el resultado de un proceso interno de la sociedad”.
La idea de Putin tiene gran validez. Aquí, los  malos gobiernos cubiertos con un manto hipócrita de democracia, han expuesto al sistema como aquel que permite gobiernos del abuso, la corrupción, la ineptitud y ahora burla.
En Guatemala, donde tenemos una economía que no crea fuentes de trabajo, sino solo necesidades; un sistema social en el que reina la violencia, el desorden y una continua pérdida de fe en la justicia, la democracia en este siglo no significa más que enraizamiento de las desgracias sociales. Por más que haya beneficiado a populistas dirigentes de ideologías extremas, que han salido de la pobreza con el dinero del pueblo.
Y así, Guatemala quedó estancada en el tiempo, ya que durante esta llamada “democracia” solo hemos crecido en población, tráfico y necesidades.
En este año cumplimos 31 años de aquellas primeras elecciones generales que debían fortalecer la democracia y propiciar el progreso, la legalidad, la ilusión de una mejor Guatemala para todos.
Tomando la idea de Putin, habría que preguntarnos si la democracia fue la culminación de un proceso interno nacido en Guatemala y si fuera así, porque se degeneró insalvablemente hasta hoy.
Millones de personas en Guatemala están aún sumergidas en la miseria, otros en la pobreza y algunos en la sobrevivencia del día a día. Cierto es que una población digna no puede esperar limosnas. También lo es que los guatemaltecos somos capaces de trabajar honradamente, como lo prueban en otros países (como ahora vemos en las mismas olimpiadas) pero no podemos dejar que nuestros emigrantes (que ahora son tratados como terroristas) continúe. Pero, cierto es igualmente, que hoy en Guatemala no hay condiciones que estimulen el trabajo honrado y productivo en tanto si seguimos con una democracia, como dijo demagogo Alfonso Portillo “de las carreteras, no se come...” 

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