domingo, 19 de mayo de 2013

Justicia no significa venganza…

Escudriñando objetivamente en los hechos queda al descubierto que el conflicto bélico interno, prolongado a través de largos 36 años, fue financiado por países socialistas, con la extinta Unión Soviética a la cabeza. El trabajo de ideologización de la población del nor-occidente del país se hizo intensamente por más de diez años.
Conforme fuentes históricas, poco conocidas por ocultación deliberada,  la llamada URNG, que aglutinó a la insurgencia, lanzó una ofensiva con tres ejércitos, que sumaron cerca de millón y medio entre combatientes y civiles de apoyo –creyentes en la causa, otros engañados y los más, amenazados. Esto más un moderno arsenal de origen soviético -armas, municiones y explosivos- que llegó a la misma capital del país esperando lograr un levantamiento popular, inspirado en el modelo cubano, con la idea de hacerse del poder político y económico, como pasó  en Nicaragua.
La ideologización fue, en los últimos cuarenta años muy intensa. En los últimos quince, con ayuda de organizaciones no gubernamentales especialmente de Europa, se insistió en la muerte de más de 300, 000 guatemaltecos, lo que preparaba el terreno para la búsqueda de que un tribunal decretara una sentencia por genocidio. Un historiador independiente, que investigó a las víctimas del conflicto, determinó que las víctimas fueron menos de cuarenta mil guatemaltecos en esos 36 años. Otro elemento de esa ideologización ha sido llamar al conflicto “guerra” o “guerra civil”, cuando los guatemaltecos sabemos que nosotros mismos, jamás tomamos las armas. El diccionario de la Real Academia Española de la lengua define guerra civil como “1. f. La que tienen entre sí los habitantes de un mismo pueblo o nación.”, lo que supone que involucra a toda la población.

Y eso fue falso en el caso de Guatemala. De otra manera habría sido fácil presenciar un levantamiento popular, como se dio en La Habana en 1959, y años más tarde en Managua, cuando Somoza fue derrocado.
El New York Times del 18 de julio de 1982, publicó que Ríos Montt habría dicho a una parte de población indígena, “si están con nosotros, los alimentaremos; si no lo están, los mataremos”.  La evidencia demuestra que prefirieron dejar de militar para la guerrilla, al menos en Quiché, donde el ahora condenado por genocidio, o su fenecido partido político, ganaron muchas sino todas las elecciones. Mientras que la URNG ha obtenido un muy pobre resultado electoral. Al igual que nuestra Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú Tum. Es necesario, pues, pensar. Y decidir una postura, ahora que parecen avecinarse tiempos tormentosos.


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