Mi línea de opinión es liberal y abierta, comprometida con expresar ideas con honradez y convicción. He colaborado en espacios como Revista Crónica, El Quetzalteco, Siglo XXI y La Voz de Xela. Actualmente escribo de forma independiente, con total libertad, lejos de tartamudos mentales o aduladores de turno. Me dirijo a quienes realmente valoran la lectura honesta, directa y sin filtros.
jueves, 26 de junio de 2025
Guatemala: Cicatrices, indiferencia y discursos mudos
Desde que tenía seis años, una bomba guerrillera estalló cerca de mi casa en zona 15 Cuidad de Guatemala. Yo era un niño aterrorizado y, aunque a nadie más parecía importarle, esa explosión marcó mi vida. En un país donde nacer o morir a esa edad no detiene el reloj, aprendí que la indiferencia es el principal enemigo.
Durante esa década oscura, el Ejército Guerrillero de los Pobres y otras facciones fueron actores directos de terror, como el bombazo del 5 de septiembre de 1980 frente al Palacio Nacional que mató a seis adultos y un menor, o el uso de artefactos en zonas civiles. Pero al otro lado, los gobiernos militares respondieron con igual brutalidad, desapareciendo a sindicalistas, campesinos e indígenas. Bajo Lucas García, por ejemplo, se documentaron secuestros masivos de sindicalistas en 1981, arrasando estructuras de defensa de trabajadores .
En medio de esa realidad, surgió Aquí el Mundo, un noticiero que durante años fue el único altavoz que confrontó a las urnas y las armas. Fundado en 1976 por Mario David García Velásquez, su equipo fue blanco del fuego: un atentado en marzo de 1981 obligó al cierre temporal tras recibir disparos y granadas en su residencia.
Era uno de los pocos medios que valientemente criticaba los abusos del poder, incluso bajo gobiernos represores.
Hoy, decenas de años después, las mismas dinámicas persisten. Muchos de aquellos sindicalistas que surgieron después del conflicto parecen más aferrados a privilegios que a la defensa genuina de los trabajadores. El sindicalismo guatemalteco, en algunos casos, se convirtió en una burocracia indefinida que no resiste, no grita y, sobre todo, no suma.
La sociedad que yo conozco, mi entorno, está lleno de hipócritas: vecinos que se escandalizan online, pero nunca levantan un dedo. El dolor del pasado no es un poema: es una enfermedad que se transmite por omisión. Envejecer aquí no es vivir con dignidad: es sobrevivir sin caer en el total abandono.
A eso se suma el silencio de medios como los actuales grandes canales, que prefieren el reality antes que recordar quiénes fueron los responsables de masacres o cuándo Aquí el Mundo decidió tapar esa herida para guardar su vida.
Mientras tanto, pasan los años y seguimos ignorando la historia. Un país que no enseña lo peor, repite lo peor. Un país donde la indiferencia del presente mata más que la guerrilla o el ejército. Y el mensaje es simple: combatamos el olvido, defendamos los derechos con valentía, y dejemos de ser espectadores de nuestra propia tragedia.
Post data
Si ves un noticiero que habla, escúchalo. Si ves un sindicato que calla, desconfía. Y si pasas frente a una placa o memoria, no ignores ese dolor: pertenece también al silencio de un país.
miércoles, 25 de junio de 2025
Etiqueta entre sábanas: buenos modales, malas posturas (y viceversa)
Desde que somos niños, nuestras madres se esmeran en enseñarnos a no eructar en la mesa, a saludar con respeto, a decir “gracias” y a no comer con la boca abierta. Y mientras todo eso se valora en una cena formal, hay un espacio íntimo, cotidiano y profundamente humano donde la etiqueta brilla por su ausencia: la cama.
Sí, señoras y señores, es 2025 y seguimos sin un manual universal de comportamiento entre las sábanas. Porque, para ser honestos, hay más modales en una entrevista de trabajo que en muchas camas compartidas. Y eso que el “puesto” al que uno aplica en la cama es mucho más exigente.
La buena educación debería tener continuidad incluso cuando uno se despoja de la ropa. Pero pareciera que hay quien se quita la camisa y con ella se arranca el tacto, la consideración y hasta el uso básico del lenguaje humano. No es lo mismo decir "¿te gusta así?" que soltar un “¡te voy a dar como cajón que no cierra!” en pleno acto. Y ojo, no todo es poesía, pero tampoco todo es TikTok y frases de reguetón.
Preámbulo: pelambres, expectativas y consentimiento
El protocolo moderno inicia con una conversación clara, idealmente sin emojis. El famoso “¿tenés ganas?” no es solo coquetería, es respeto. La higiene sigue siendo un punto no negociable: la ducha no es opcional, y una tijerita en las zonas nobles no hace daño. La naturaleza es linda… pero no entrepiernal.
En 2025, el consentimiento no es un detalle, es el centro del guion. Y eso aplica también para juguetes, grabaciones y experiencias 4D con luces LED que hoy se venden por internet. Si no hay un “sí”, cualquier cosa tecnológica o creativa puede pasar de sexy a delito.
Durante: sonidos, posiciones y la maldita multitarea
Muchos creen que la cama es un set de filmación para una saga triple X, pero a veces menos es más. Gritos, súplicas fingidas y jadeos estilo ópera no hacen al amante ideal. Y por amor a San Valentín: ¡no hables de tu ex mientras estás en plena acción! Si alguien se atreve a decir “esto no lo hacía con mi ex”, que se prepare para dormir abrazado a su soledad.
Sobre las posiciones: ya está bien de pensar que el Kamasutra es solo un catálogo acrobático. Se trata de comunicación, conexión y ergonomía (¡tu espalda no es de goma!). Si después de cada encuentro parecés haber jugado un partido completo sin cambio, quizá sea hora de volver al “misionero honesto”.
La tecnología, omnipresente en nuestras vidas, también se ha colado en la cama. Pero atención: no se vale mirar el Apple Watch en medio de un oral, ni poner pausa para ver cuántos likes tiene tu selfie en bata. En la cama, atención completa o abstención voluntaria.
Después: ¿te vas, me voy, nos vamos?
No hay nada más incómodo que ese momento post. Ahí donde el silencio pesa más que una cobija mojada. El "¿te vas a quedar a dormir?" puede sonar a invitación o amenaza, según cómo se diga. Si se quiere que el otro se vaya, basta con sutilezas como: “¡uy, qué tarde! Tengo yoga a las 5 AM” o “va a venir mi roomie que odia ver gente en pijama ajena”.
Y si te vas, ¡sé digno! No robes medias ni pidas desayuno si no fuiste menú completo.
Detalles modernos para un protocolo urgente: No tomes fotos sin permiso. Ni con filtro perruno. No critiques cuerpos ajenos; si llegaste hasta ahí, agradecé y aportá. No uses condones vencidos del 2019 que aún tenés en la billetera. No finjas orgasmos como quien firma asistencia al trabajo.
Y no, “lo hice por la vibra” no es excusa para desaparecer sin decir nada.
La cama, esa arena de placeres, risas, sueños y a veces ronquidos, merece más educación que la cena de gala del presidente. Porque ahí, entre sábanas, también se construyen relaciones humanas. Y si no aprendemos a convivir bien en ese espacio, no hay postura que lo salve.
Post data:
Querido lector, si llegaste hasta aquí, y aún creés que los modales solo importan cuando hay cubiertos de por medio, recordá esto: no se necesita una corbata para ser elegante, a veces basta con saber cuándo decir "¿te sentís cómoda?" o simplemente "gracias por esta noche".
Y por cierto… si alguien te dice que no usa condón porque “le aprieta”, tenés todo el derecho de responder: “pues qué flojera… tanto tú como el látex”.
lunes, 23 de junio de 2025
Las Aventuras de Ana y Pash: Las Hormigas de Xela
En un rincón verde y fresco de Xela, Quetzaltenango, donde el aire huele a café recién molido y las montañas abrazan la ciudad, vivían dos hormigas muy especiales: Ana y Pash. No eran hormigas comunes. Ellas no solo trabajaban duro, también sabían cómo celebrar la vida.
Se conocieron por casualidad, en uno de esos días donde todo parece rutinario. Pero desde el primer cruce de antenas, supieron que estaban destinadas a ser grandes amigas. Decidieron vivir juntas en una pequeña cabaña escondida entre las hojas de un roble, y ahí comenzó su increíble historia.
La cabaña pronto se convirtió en un hogar lleno de alegría, donde no solo se compartía trabajo, sino también carcajadas, sueños y, por supuesto, ¡fiestas inolvidables! Amaban beber néctar de las flores más dulces, bailar hasta que las estrellas se escondieran, y viajar por senderos desconocidos buscando nuevas aventuras.
Ana y Pash no tardaron en llenar la cabaña de más amigos. Cada hormiga que conocían se quedaba por el calor y la locura del lugar. Era un espacio donde todos podían ser ellos mismos, pero también donde aprendieron a convivir, a respetar las diferencias y a apoyarse cuando las cosas no iban bien.
Un día decidieron salir de Xela y lanzarse al mundo. Primero viajaron hasta Honduras, donde conocieron otras colonias, aprendieron nuevas formas de trabajar y hasta probaron otros sabores de néctar. Después recorrieron los caminos hasta llegar a la Ciudad de Guatemala, dejando siempre una huella imborrable con sus bromas, su entrega y su manera única de ver la vida.
Aunque nunca dejaron de ser fiesteras, siempre fueron hormigas muy trabajadoras. Sabían que el equilibrio entre el disfrute y la responsabilidad era la clave para seguir adelante.
Los años pasaron, pero Ana y Pash siguen viviendo y sobreviviendo, con más aventuras por contar, más amigos por conocer y más lecciones por aprender. Porque al final, entendieron que la vida no se trata solo de llegar lejos, sino de quién camina a tu lado en el viaje.
viernes, 13 de junio de 2025
¡Feliz cumpleaños, el gran Dr. Mario David García Velásquez!
Hoy celebro al hombre que me enseñó que en esta vida uno camina con la frente en alto, aunque el país en el que nacimos nos viva pateando las canillas. Guatemala, esa tierra que tantas veces le dio la espalda a sus hijos más honestos, a vos te la jugó más de una vez. Pero mirate vos, siempre de pie, siempre con humor, con elegancia, con ese estilo tuyo de responderle a la vida con una sonrisa y, cuando hace falta, con un diplomático jalón de orejas…Otro año más celebrándote, y aunque este país llamado Guatemala te haya dado la espalda más veces de las que podemos contar, vos siempre seguiste caminando de frente, con estilo, con elegancia y, sobre todo, con ese humor tan fino que te ha salvado de muchas y nos ha hecho reír a todos.
Este país no siempre supo reconocer a los buenos. A vos te tocó abrirte paso en un lugar donde los más vivos se cuelan, donde los que deberían servir se sirven solos, y donde los que más prometen, solo prometen tragos en la próxima reunión. Pero vos nunca te quedaste de brazos cruzados. Siempre dijiste las cosas de frente, con la pluma, con la palabra, con la mirada que ya decía "aquí estoy, no me vendo, no me doblo".
Hoy quiero decirte, Tata, que si este fuera el último cumpleaños (que espero que no lo sea, porque todavía te falta mucha historia por contar y muchas risas por regalar), quiero que sepás que te quiero con todo mi corazón. No importa cuántas veces el país haya sido ingrato, yo sí te aplaudo, yo sí te agradezco, y yo sí reconozco al hombre que me enseñó a decir las cosas claras, a pelear sin perder la sonrisa, y a saber que en la vida uno tiene que saber cuándo hablar… y cuándo, con mucha diplomacia, tocarle el culo al sistema para que despierte.
Sos un viejo de esos que no se repiten, de los que ya casi no hay. Y yo, con todo lo que soy y todo lo que aprendí de vos, te abrazo en este día como el Tata más grande, más chistoso, más sabio y más jodón que conozco.
¡Feliz cumpleaños, Tata! Que vengan más mañanas, más historias y más carcajadas. Gracias por ser mi Tata, por enseñarme a no tomarme todo tan en serio, y por recordarme y que sigamos tocándole el culo a la vida, siempre, con respeto pero siempre con diplomacia y una gran sonrisa.
¡Feliz vuelta al sol, viejo querido! ¡Que sean muchas más!
lunes, 9 de junio de 2025
A 73 Años de Tu Luz
Hoy, mamá, hubieras cumplido 73 años.
Y aunque el calendario insiste en avanzar, este día se detiene en el alma. No hay pastel, pero sí recuerdos. No hay abrazos físicos, pero sí una presencia que se hace infinita en los pequeños detalles: en el olor del café por la mañana, en una canción que escuchabas sin darte cuenta, en las palabras que aún repetimos sin saber que eran tuyas.
El tiempo no ha sabido llenar el espacio que dejaste. Se acomoda a tu ausencia como puede, sin lograr acostumbrarse del todo. Los momentos contigo —los cotidianos, los simples, los esenciales— siguen latiendo en la memoria con la intensidad de lo que no se olvida. ¿Cómo se mide lo que falta cuando era todo?
Hoy también celebramos, sí. Celebramos haber tenido tu amor, tu guía, tu mirada tierna incluso en los días difíciles. Celebramos seguir vivos, sobreviviendo a este mundo que no se detiene, aunque a veces quisiéramos que lo hiciera. Cada día que amanece sin ti es también una pequeña victoria: seguimos adelante, con las grietas visibles pero con la voluntad intacta.
Te nombramos en silencio.
Te recordamos en las decisiones.
Te sentimos en los gestos que sin darnos cuenta heredamos.
La vida sigue, mamá. No siempre como quisiéramos, pero seguimos. Y en cada paso, en cada intento, hay algo de ti.
Gracias por el tiempo que estuviste. Por lo que diste. Por lo que dejaste sembrado. Hoy no hay velas encendidas sobre un pastel, pero sí una llama que no se apaga en el corazón de quienes te amamos.
P.D.: Si hay un lugar donde los cumpleaños se celebran con el alma, que te llegue este abrazo. Porque aunque ya no estés aquí, este día sigue siendo tuyo. Siempre.
viernes, 6 de junio de 2025
More Couches Than Waves: Hosting the World in My Living Room
While many people use Couchsurfing to travel the world, my journey has been the other way around—I’ve hosted more travelers than couches I’ve surfed, and it’s been the most rewarding adventure imaginable.
Opening my home in Guatemala City (and sometimes elsewhere!) has brought the world to me in the form of stories, meals, music, and late-night heart-to-hearts. Each guest arrives with a different rhythm, a new perspective, and often a surprising synchronicity with something I didn’t even know I needed to learn.
I’ve hosted musicians from the Andes, solo travelers chasing volcanoes, artists painting the soul of Latin America, and nomads with nothing but a backpack and an open heart. In return, I’ve received more than I could count—kindness, laughter, friendship, and even some impromptu dance lessons.
Couchsurfing, for me, is less about free accommodation and more about spontaneous connection. I may not have surfed that many couches (yet!), but through hosting, I’ve had the privilege of traveling without moving—seeing the world through countless eyes, stories, and shared meals.
To anyone considering hosting more than surfing: do it. Your home will never feel the same again—in the best possible way.
martes, 3 de junio de 2025
La dolce vita
Desde 1985, Guatemala ha vivido bajo la sombra de una democracia secuestrada por una casta política que no gobierna, no construye, no sirve, sino que parasita. Mientras la mayoría de los chapines luchamos por sobrevivir día a día, pagando impuestos, sorteando el desempleo, la inseguridad y el alza constante en el costo de vida, nuestros gobernantes viven en una burbuja llamada "la bella vita", financiada por nosotros.
Los hemos visto desfilar por décadas: presidentes, vicepresidentes, ministros, diputados, alcaldes, burócratas de alto rango, asesores "fantasma" y una legión de "trabajadores públicos" que se acomodan con sueldos obscenos, viáticos, vehículos del Estado y plazas fantasmas. Y lo que duele más: todo pagado con el sudor de un pueblo que no ve retorno alguno de esa inversión forzada.
En un país donde millones no tienen acceso a salud, educación digna ni servicios básicos, la cúpula política vive como si estuviera en un resort permanente. Se embriagan de poder y de licor, viajan al extranjero a "representarnos" mientras en sus maletas solo cargan cinismo. No trabajan, no resuelven, no legislan para mejorar vidas. Su única vocación es perpetuar su estancia en el festín del erario público.
Son tantos los nombres que la lista se vuelve nauseabunda. Cada nuevo gobierno viene con la promesa del cambio, y cada uno termina igual o peor que el anterior. Cambian los rostros, pero la miseria se mantiene. Dicen que nos representan, pero solo representan sus propios intereses. Hacen del país un burdel político, donde todo se negocia, todo se vende, y nada se construye. Un verdadero mercado de la desvergüenza.
El Congreso, lejos de ser una casa del pueblo, se ha convertido en una cloaca de intereses personales. Las bancadas solo existen para robar en bloque. Los pactos oscuros se sellan tras bambalinas mientras nos distraen con shows mediáticos. No hay rendición de cuentas, no hay justicia, no hay consecuencia. Solo hay impunidad.
Y nosotros, el pueblo, ya no deberíamos callar. Ya no deberíamos tolerar otro sexenio de inacción. No podemos seguir esperando que estos mierdatarios, estos burrocratas de lujo, cambien algo que no les conviene cambiar. Porque ellos sí viven bien. Ellos sí gozan de privilegios. Ellos sí se dan "la bella vita".
Mientras tanto, el país se desangra. Los hospitales públicos están colapsados. Las escuelas se caen a pedazos. Los jóvenes migran en masa porque aquí no hay futuro. Los trabajadores no tienen garantías ni sueldos dignos. Las comunidades rurales siguen olvidadas, como si no existieran. Y todo eso, todo ese abandono, tiene una causa clara: el robo sistemático y descarado del Estado.
La verdadera pandemia de Guatemala es la corrupción, la mediocridad y la indiferencia de sus gobernantes. Desde 1985 hasta hoy, han sido más de 30 años de saqueo. Una generación completa de políticos que aprendieron que la mejor forma de vivir sin trabajar es llegar al poder.
Necesitamos despertar, organizarnos, exigir. No con likes, no con tuits, sino con acción, con presión social, con memoria. Que cada nombre que ha traicionado al país quede marcado. Que el pueblo no olvide. Que los próximos no crean que el saqueo es herencia.
Porque Guatemala no merece seguir siendo la finca privada de unos cuantos sinvergüenzas. Merece líderes con vocación de servicio, no de lucro. Merece dignidad. Merece justicia. Merece otra historia.
Y mientras eso no ocurra, seguiremos viendo cómo unos pocos viven la bella vita, mientras el resto sobrevive en el olvido.
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