Mi línea de opinión es liberal y abierta, comprometida con expresar ideas con honradez y convicción. He colaborado en espacios como Revista Crónica, El Quetzalteco, Siglo XXI y La Voz de Xela. Actualmente escribo de forma independiente, con total libertad, lejos de tartamudos mentales o aduladores de turno. Me dirijo a quienes realmente valoran la lectura honesta, directa y sin filtros.
miércoles, 25 de junio de 2025
Etiqueta entre sábanas: buenos modales, malas posturas (y viceversa)
Desde que somos niños, nuestras madres se esmeran en enseñarnos a no eructar en la mesa, a saludar con respeto, a decir “gracias” y a no comer con la boca abierta. Y mientras todo eso se valora en una cena formal, hay un espacio íntimo, cotidiano y profundamente humano donde la etiqueta brilla por su ausencia: la cama.
Sí, señoras y señores, es 2025 y seguimos sin un manual universal de comportamiento entre las sábanas. Porque, para ser honestos, hay más modales en una entrevista de trabajo que en muchas camas compartidas. Y eso que el “puesto” al que uno aplica en la cama es mucho más exigente.
La buena educación debería tener continuidad incluso cuando uno se despoja de la ropa. Pero pareciera que hay quien se quita la camisa y con ella se arranca el tacto, la consideración y hasta el uso básico del lenguaje humano. No es lo mismo decir "¿te gusta así?" que soltar un “¡te voy a dar como cajón que no cierra!” en pleno acto. Y ojo, no todo es poesía, pero tampoco todo es TikTok y frases de reguetón.
Preámbulo: pelambres, expectativas y consentimiento
El protocolo moderno inicia con una conversación clara, idealmente sin emojis. El famoso “¿tenés ganas?” no es solo coquetería, es respeto. La higiene sigue siendo un punto no negociable: la ducha no es opcional, y una tijerita en las zonas nobles no hace daño. La naturaleza es linda… pero no entrepiernal.
En 2025, el consentimiento no es un detalle, es el centro del guion. Y eso aplica también para juguetes, grabaciones y experiencias 4D con luces LED que hoy se venden por internet. Si no hay un “sí”, cualquier cosa tecnológica o creativa puede pasar de sexy a delito.
Durante: sonidos, posiciones y la maldita multitarea
Muchos creen que la cama es un set de filmación para una saga triple X, pero a veces menos es más. Gritos, súplicas fingidas y jadeos estilo ópera no hacen al amante ideal. Y por amor a San Valentín: ¡no hables de tu ex mientras estás en plena acción! Si alguien se atreve a decir “esto no lo hacía con mi ex”, que se prepare para dormir abrazado a su soledad.
Sobre las posiciones: ya está bien de pensar que el Kamasutra es solo un catálogo acrobático. Se trata de comunicación, conexión y ergonomía (¡tu espalda no es de goma!). Si después de cada encuentro parecés haber jugado un partido completo sin cambio, quizá sea hora de volver al “misionero honesto”.
La tecnología, omnipresente en nuestras vidas, también se ha colado en la cama. Pero atención: no se vale mirar el Apple Watch en medio de un oral, ni poner pausa para ver cuántos likes tiene tu selfie en bata. En la cama, atención completa o abstención voluntaria.
Después: ¿te vas, me voy, nos vamos?
No hay nada más incómodo que ese momento post. Ahí donde el silencio pesa más que una cobija mojada. El "¿te vas a quedar a dormir?" puede sonar a invitación o amenaza, según cómo se diga. Si se quiere que el otro se vaya, basta con sutilezas como: “¡uy, qué tarde! Tengo yoga a las 5 AM” o “va a venir mi roomie que odia ver gente en pijama ajena”.
Y si te vas, ¡sé digno! No robes medias ni pidas desayuno si no fuiste menú completo.
Detalles modernos para un protocolo urgente: No tomes fotos sin permiso. Ni con filtro perruno. No critiques cuerpos ajenos; si llegaste hasta ahí, agradecé y aportá. No uses condones vencidos del 2019 que aún tenés en la billetera. No finjas orgasmos como quien firma asistencia al trabajo.
Y no, “lo hice por la vibra” no es excusa para desaparecer sin decir nada.
La cama, esa arena de placeres, risas, sueños y a veces ronquidos, merece más educación que la cena de gala del presidente. Porque ahí, entre sábanas, también se construyen relaciones humanas. Y si no aprendemos a convivir bien en ese espacio, no hay postura que lo salve.
Post data:
Querido lector, si llegaste hasta aquí, y aún creés que los modales solo importan cuando hay cubiertos de por medio, recordá esto: no se necesita una corbata para ser elegante, a veces basta con saber cuándo decir "¿te sentís cómoda?" o simplemente "gracias por esta noche".
Y por cierto… si alguien te dice que no usa condón porque “le aprieta”, tenés todo el derecho de responder: “pues qué flojera… tanto tú como el látex”.
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