miércoles, 6 de agosto de 2025

¿Cómo diablos viviría Charles Bukowski en Guatemala?

Seguramente con una botella de Quetzateca en una mano, un cigarro encendido en la otra y una risa entre dientes al ver el caos urbano. "Encuentra lo que amas y deja que te mate", escribió Bukowski. Y vaya que en Guatemala, uno encuentra lo que ama, pero también encuentra tráfico, corrupción, impuestos absurdos, y un sistema que le hace el amor, pero sin besos. Charles Bukowski no era un tipo optimista, pero sí era brutalmente honesto. Y aquí, esa brutalidad honesta sería como una bofetada constante al status quo. Bukowski caminaría por las aceras rotas de la zona 1, observando con desprecio al político de turno en la portada del diario, mientras piensa que el verdadero poeta sobrevive en los márgenes, no en los cargos públicos ni en los salones con aire acondicionado. En Guatemala, como bien se sabe, sobrevive el más listo. Pero no el más sabio, sino el más astuto para evadir impuestos, colarse en la cola, y conseguir una plaza "fantasma" con padrino incluido. Aquí, como diría Bukowski, "el problema con el mundo es que las personas inteligentes están llenas de dudas, mientras que las estúpidas están llenas de confianza". ¡Pum! Qué bien encaja eso con la realidad nacional. Somos un país de gente linda, paisajes increíbles, y comida que cura cualquier tristeza. Pero también somos un país donde la burocracia te traga vivo, donde el tráfico es una guerra silenciosa, y donde los que hacen las cosas bien terminan desempleados, endeudados o deprimidos. Como Bukowski, muchos sienten que han vivido vidas paralelas: la que soñaron y la que pudieron sobrevivir. Y sí, "el alma libre es rara, pero la reconoces cuando la ves". Aquí hay muchas almas libres, atrapadas entre deudas, frustraciones, y la eterna promesa de que "mañana todo cambiará". Pero el mañana nunca llega. Así que aquí estoy, como tantos otros, escribiendo, sobreviviendo, con más ganas de escapar que de quedarme. Porque en este país, valés más muerto que vivo, al menos así dejás de ser una carga para el sistema. Y lo irónico de todo esto es que... sigo sin trabajo, sin oportunidades, en un país donde el talento es ignorado y la mediocridad premiada. Como diría el viejo Bukowski: "La diferencia entre una democracia y una dictadura es que en la democracia puedes votar antes de obedecer órdenes".

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