Mi línea de opinión es liberal y abierta, comprometida con expresar ideas con honradez y convicción. He colaborado en espacios como Revista Crónica, El Quetzalteco, Siglo XXI y La Voz de Xela. Actualmente escribo de forma independiente, con total libertad, lejos de tartamudos mentales o aduladores de turno. Me dirijo a quienes realmente valoran la lectura honesta, directa y sin filtros.
sábado, 6 de septiembre de 2025
Bienvenidos a GuateMala: donde el futuro es un mito y el presente un chiste
Guatemala, tierra de volcanes, paisajes hermosos y un clima que parece diseñado por Dios... para compensar todo lo demás. Porque, seamos honestos, aquí no hay nada que celebrar. Ni política, ni fútbol, ni infraestructura, ni sentido común. Estamos sumidos en una mezcla tóxica de corrupción, ignorancia y una fe ciega en mentiras que ya ni los niños creen.
¿La selección nacional? Llevamos más de medio siglo sin ganarle a El Salvador, y aún así nos creemos superiores. Es como si un caracol se burlara de una tortuga por ser lenta. Cada vez que jugamos, parece que los jugadores están más preocupados por no despeinarse que por meter goles. Y si comparamos el nivel de nuestros políticos con el de la selección… bueno, ahí sí que estamos en empate técnico: ambos son expertos en perder.
La política nacional es como un episodio de Men in Black, pero sin los trajes elegantes. Solo hay monstruos disfrazados de funcionarios, alienígenas con trajes baratos y decisiones que parecen sacadas de una película de terror. ¿Carreteras? Son más bien pistas de obstáculos. ¿Aeropuertos? Más bien terminales del siglo pasado con WiFi que funciona como la selección: lento y sin resultados. ¿Salud? Si no te enfermas en el hospital, ya es ganancia.
Y no, no somos conocidos en el mundo. Fuera de Centroamérica, Guatemala suena más a nombre de volcán que de país. Lo único que nos salva del anonimato es el turismo, porque los extranjeros vienen a ver los paisajes, no a entender nuestra política ni a ver partidos de fútbol donde el balón parece tener más talento que los jugadores.
Vivimos en una realidad alterada, donde el patriotismo se confunde con negación. Decir la verdad aquí es casi un acto de traición. Pero alguien tiene que hacerlo. No tenemos el tamaño ni la habilidad para competir en fútbol, ni la voluntad para arreglar lo básico. Y si no vas a ayudar, al menos no estorbes. Porque ya bastante tenemos con los que sí estorban y encima cobran por hacerlo.
Postdata para reflexionar: No se trata de odiar a Guatemala, sino de quererla lo suficiente como para dejar de mentirnos. El primer paso para salir del hoyo es aceptar que estamos en uno. Y sí, después de leer esto me dirán vende patria… pero al menos no vendo humo.
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