sábado, 16 de febrero de 2008

La rebelión del pueblo


Interesante la elección presidencial de segunda vuelta, que fue decidida por la provincia, antes que por la Capital. La Unidad Nacional de la Esperanza, en efecto, ganó en los departamentos, a excepción de Baja Verapaz que sumada a la Capital significaron el bastión electoral del Partido Patriota.
El ya concluido proceso de votaciones deja, esta vez, múltiples enseñanzas. Quizás la más importante se extrae de que para muchos de nosotros, el pueblo se rebeló a una cierta concertación para decidir al ganador de la justa eleccionaria. Los notables errores de las encuestas, que habrá de servir a los medios de comunicación para no cometer en el futuro la misma clase de lamentable imprecisión, dejo la impresión, en este caso, de que existió una obsesión porque ganara el PP. Se equivocaron antes del 9 de septiembre. Se equivocaron otra vez, antes del 4 de noviembre. ¿Es posible tanta imprecisión? Hay, ciertamente, muchas explicaciones, incluso aquella que dice que afectó mucho a Pérez Molina su no asistencia a los foros y debates, lo cual, para nosotros, es una explicación insuficiente y de poca o ninguna credibilidad.
El guatemalteco, hay que recordarlo es conservador. No cambia de opinión de la noche a la mañana. Al menos la mayoría decisiva. Lo vemos, como ejemplo, en el fútbol. El que desde chirís es chivo, del Xelajú M.C., crema o rojo, lo será siempre. O casi siempre.
En las elecciones realizadas desde 1985, con una sola excepción, el candidato ganador de la primera vuelta se impuso también en la segunda ronda de votaciones. El único caso contrario es el de Serrano Elías, que por eso justificaría encontrar una explicación, incluso para saber si no hubo fraude electoral (que por cierto nadie habría visto).
Bueno, en todo caso las elecciones quedaron atrás. Ojalá que el nuevo gobierno trabaje duro con honradez y capacidad, recordando que desde tiempos de Julio César, el romano, se tiene que ser y parecer honesto. Esto último, apropiado de recordar tras el anuncio de que Colom acompañara a Berger a una cumbre presidencial en Chile. El presidente electo debería de evitar las malas juntas: a menos que quiera mancharse de la corrupción de este gobierno, que ya empieza a salir y que se anuncia como peor a la de Portillo Cabrera. Imagínense Ustedes!

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