Hace ya dos años publique un articulo denominado: Un león muerto de hambre y un alcalde regordete. Empieza y termina siendo triste y muy cierto. En este cuento, el león ya no tenía nada que comer, mientras que al alcalde del cuento le sobraban las viandas. Así, en tanto el león enflaquecía más cada día, el munícipe crecía y crecía en volumen...
El león había sido capturado desde muy pequeño y obligado a vivir en cautiverio. El alcalde había sido electo por el pueblo para dirigir los asuntos de la ciudad, y los problemas de los ciudadanos...
En el zoológico Minerva de Quetzaltenango solamente queda el recuerdo de un león enfermo, condenado a muerte y...con mucha hambre.
Estos cuentos, no son cuentos.
En la ley de la selva, sabemos que es el más fuerte el que sobrevive. La ciudad, que alguna vez fue más culta, ordenada y limpia, se esta convirtiendo en una selva ante la mirada indiferente de tantos. Al león, ahora le tocó el papel del más débil. Con su muerte en el 2005, muchos nos preocupamos por la suerte que habrá de correr el resto de animales, que no dudamos en calificar mucho más apreciados que la totalidad de los políticos que sirven para llorar no para entretener o apreciar, como los que permanecen en obligada reclusión en el zoológico Minerva. En tanto, para pasar el tiempo sólo está quedando solazarse (si posible fuera) con la inutilidad de un alcalde y sus secuaces obesos, rebosantes de incapacidad.
Ahora este mismo alcalde, quien cambio de colores, ha sido reelegido. Resulta, por lo tanto, inaudito cómo estos ungidos se hacen la vista gorda escondiendo sus cabezas como el avestruz, para luego aparecer por los medios con grotescas caras de “yo no fui”.
El futuro debe ser construido desde hoy, lo pasado, ya no puede rejuvenecerse, ni tampoco revivirse. Así, nos precisa a evitar cometer de nuevo los viejos errores, entre ellos la ineptitud de un alcalde que fue ratificado. El pueblo esta vez no puede quejarse si todos acabamos viviendo otra vez esa terrible pesadilla, y continuar todos como el león...
El león había sido capturado desde muy pequeño y obligado a vivir en cautiverio. El alcalde había sido electo por el pueblo para dirigir los asuntos de la ciudad, y los problemas de los ciudadanos...
En el zoológico Minerva de Quetzaltenango solamente queda el recuerdo de un león enfermo, condenado a muerte y...con mucha hambre.
Estos cuentos, no son cuentos.
En la ley de la selva, sabemos que es el más fuerte el que sobrevive. La ciudad, que alguna vez fue más culta, ordenada y limpia, se esta convirtiendo en una selva ante la mirada indiferente de tantos. Al león, ahora le tocó el papel del más débil. Con su muerte en el 2005, muchos nos preocupamos por la suerte que habrá de correr el resto de animales, que no dudamos en calificar mucho más apreciados que la totalidad de los políticos que sirven para llorar no para entretener o apreciar, como los que permanecen en obligada reclusión en el zoológico Minerva. En tanto, para pasar el tiempo sólo está quedando solazarse (si posible fuera) con la inutilidad de un alcalde y sus secuaces obesos, rebosantes de incapacidad.
Ahora este mismo alcalde, quien cambio de colores, ha sido reelegido. Resulta, por lo tanto, inaudito cómo estos ungidos se hacen la vista gorda escondiendo sus cabezas como el avestruz, para luego aparecer por los medios con grotescas caras de “yo no fui”.
El futuro debe ser construido desde hoy, lo pasado, ya no puede rejuvenecerse, ni tampoco revivirse. Así, nos precisa a evitar cometer de nuevo los viejos errores, entre ellos la ineptitud de un alcalde que fue ratificado. El pueblo esta vez no puede quejarse si todos acabamos viviendo otra vez esa terrible pesadilla, y continuar todos como el león...
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